› Iron Maiden. 21 de agosto de 2010. Auditorio Marina Sur. Valencia.

Una nueva gira de Iron Maiden que pasaba por nuestro país. Qué cansinos dirán unos, qué maravilla dirán los que tienen un par de dedos de frente. Una ciudad a mi modo de ver poco acertada, un lugar para el concierto aún menos acertado, al menos para mi gusto, pero esto es lo que había. Si en el 2008, Mérida me pareció un lugar aún más extraño y el concierto fue la bomba, aquí, no fue tan inmenso, pero no se le pueden sacar muchas pegas.
Además estaba el añadido de que era el último concierto del primer periplo de la gira de The Final Frontier, un pequeño aperitivo de lo que nos puede esperar el año que viene. Si a eso le sumamos que no era festival, sino que era un concierto realmente suyo, con una sola banda telonera, Edguy, que a la gente le gustó desde el primer día en que se anunció, se presentaba todo bastante de cara.
El horario del concierto fue más europeo que español, ya que a las 21:12, la intro que acompaña a Iron Maiden desde hace muchos años, el Doctor, Doctor de Ufo empezó a sonar. Aún no era de noche pero la magia de la banda más grande del planeta volvía a ponerme los pelos de punta como si fuera la primera vez que los veía. Y ya aseguro que les he visto unas cuantas veces.

Tras el Doctor, Doctor, las pantallas de vídeo a ambos lados del escenario se iluminaron con una nueva introducción de poco más de un minuto de duración en la que se veían imágenes de nebulosas, planetas y naves, como si fuera una película de temáticas espacial tipo Star Trek. Al mismo tiempo, sobre el escenario, el juego de luces no dejaba de funcionar en tonos rojos, como si fuera la alarma de una nave espacial. El vídeo acabó y empezó lo que realmente querían ver los veinte mil asistentes al concierto. Iron Maiden saltaban al escenario con Wickerman con una explosión de velocidad en las piernas de los miembros de la banda. Steve Harris iba de un lado para otro y Bruce Dickinson con su gorro de lana bordado con el nuevo Eddie (ya le vale por otro lado con el calor que estaba haciendo), nos deleitaba con su no parar encima del escenario. El montaje escénico no era muy diferente al que llevan desde hace ya unos cuantos años, sus telones y las pasarelas elevadas por las que Dickinson no deja de correr. No había ninguna novedad más.

Dave Murray y Adrian Smith, como siempre más comedidos, pero muy profesionales, sobre todo Adrian, y Janick Gers al otro lado del escenario moviéndose en su parcela de tres metros cuadrados como si algo le estuviera picando continuamente. A veces me pregunto si realmente tiene enchufada su guitarra.
Ghost Of The Navigator fue el siguiente tema. Estábamos viviendo el mismo comienzo en lo que a temas se refiere, que la gira del Brave New World, justo antes de comenzar el tema, alguien le tiró a Bruce un cojín con un tanga y que él recogió, cosa realmente extraña, ya que no suelen hacer caso a nada que llegue desde el público, bromeó un poco con él y lo dejó a un lado. Continuaron con Wrathchild, que si, que a la gente le puede gustar mucho, pero que ya es un poco cansino de escuchar por muy bien que lo sigan haciendo. Me sorprendía que Bruce no parara de reírse, eso hacía presagiar una gran noche.
El juego de luces era bastante bueno, con la parte de arriba rodeada por dos semicírculos sin llegar a completarse y dentro de ellos, tres bloques que formaban tres triángulos que según el tema iban bajando, subiendo y moviéndose a los lados.

A pesar de mis dudas, en España disfrutamos del mismo montaje que en el resto de los conciertos de la gira. Sin embargo el sonido, a pesar de ser bueno, al menos desde donde yo estaba (segunda fila lado izquierdo), estaba bastante bajo. No era el sonido atronador que otras noches te llenaba por completo.
Primera parada, y Bruce dio una primera charla explicando que tenían un nuevo álbum en la calle y que tocarían un pequeño adelanto del mismo, que no el single. El Dorado sonó con el fondo de un telón en tonos rojos en un paisaje desértico. Es cierto que no es un temazo, pero la gente lo acogió bastante bien.
Janick cogió la acústica y dio comienzo Dance Of Death, toda una delicia de canción que afortunadamente han recuperado para este tramo de gira. The Reencarnation Of Benjamín Breeg fue la siguiente. Bruce iniciaba el tema cantando sentado desde el centro del escenario. Janick se acercaba algo más al centro del escenario y un Harris colocado totalmente a la izquierda del escenario comenzó a tener problemas con su bajo, de tal forma que no tuvo más remedio que cambiarlo, accidente por el cual no pudimos disfrutar de que nos apuntara con el mástil del bajo en la parte del solo de éste tema, como hace habitualmente. Ya habría más ocasiones.

Telón de soldado de la primera guerra mundial con la bandera inglesa en la mano y sin presentación alguna, These Colours Don’t Run hizo las delicias de nuestros oídos, aunque insisto, con un sonido bastante bajo.
A continuación llegó el momento más emotivo. Primero Bruce animó a la gente haciendo que todos levantaran las manos mientras iba señalando las diferentes zonas del público para después, y con mucha menos verborrea que el resto de las noches anteriores, dedicó Blood Brothers a Ronnie James Dio, algo realmente impagable.
El bajón del concierto fue Wildest Dreams. No es que sea mal tema, pero yo aparte de cómo tema de comienzo, no lo usaría mucho más. Sin embargo, el siguiente fue mucho mejor acogido, al menos para mi. Con Bruce Dickinson saliendo de la parte exterior izquierda del escenario, empezaron los primeros acordes de No More Lies, grandísimo tema del Dance Of Death. Brave New World fue la siguiente con un Dickinson la mayor parte del tiempo sobre la pasarela encima de la batería de Nicko, que a pesar de su edad, lo sigue haciendo de maravilla.

Y hasta aquí la primera parte del concierto, basada en los últimos tres álbumes de estudio de la banda, Brave New World, Dance Of Death y A Matter Of Life And Death. Ahora era el turno de un bloque de clásicos, lo que mucha gente estaba esperando, aunque bien es cierto que algunos de ellos, podían pensar en retirarlos del setlist durante unos cuantos años, como es el caso de Fear Of The Dark, que fue el siguiente tema en sonar.
Si, es un temazo como la copa de un pino, pero tantas veces cansa y deberían cambiarle por otro mucho menos habitual. Iron Maiden, como siempre, fue el último tema antes de los bises. Durante esta canción, Eddie salió al escenario con su nuevo aspecto de Depredador. Como siempre, tonteó con Janick y luego se fue a la parte izquierda para hacer lo mismo con Dave Murray, pero antes, y para sorpresa de todo el mundo, Bruce Dickinson se acercó con el cojín que le tiraron al principio y jugueteó unos instantes con Eddie, cosa realmente extraña. De hecho era la primera vez que sucedía en esta gira.
Uno de los roadies le colocó una guitarra a Eddie y simuló tocarla, mientras por las pantallas laterales, se veían las imágenes que transmitía la cámara que Eddie llevaba incorporada. Al ser el último concierto de la gira, partieron el mástil de la guitarra con la que Eddie se lucía. Pocos segundos después, desaparecía del escenario, y después de terminar el tema, el resto de la banda siguió su camino. Aún nos quedaban los bises.
Apenas estuvieron tres minutos fuera del escenario cuando un telón con los ojos del nuevo Eddie cubrió la parte trasera y comenzó a sonar la intro de The Number Of The Beast, con la figura demoníaca en el lado derecho del escenario. En este tema si que eché en falta la pirotecnia final, pero es lo que había. Este año el presupuesto pirotécnico fue de cero.

Hallowed By The Name fue el penúltimo tema. Este, junto con Iron Maiden son los únicos que desde que fueron editados nunca en la historia de la banda han sido retirados del setlist, y que por favor, nunca lo hagan. La grandiosidad de este tema seguirá presente durante muchísimos años más.
Sin pausa ninguna, enlazaron con Running Free, que al igual que en la gira del Powerslave, a mitad de tema, Bruce se encargó de alargarlo, primero con un ‘io ioioio’, pero dijo que de eso nada. Arrojó el gorro de lana al público y se enfundó un gorro de policia ingles, de bobby. Presentó a la banda, detalle que me encanta que haga cada una de las noches, empezando con Steve Harris, luego Janick Gers, Dave Murray, Adrian Smith (del que hizo mención por la guitarra que llevaba, con la que compuso Flight Of Icarus en un baño) y Nicko McBrain fue el último, para posteriormente terminar el tema ante el éxtasis del público. Muñequeras, púas, palos de batería y parches volaron a los allí congregados y la banda que se despedía hasta el año que viene, tras su salida del escenario, Always Look The Bright Side Of Life de ‘La vida de Brian’, nos decía a todos que se acabó.
Dos magníficas horas en las que había pocos clásicos, pero que es algo normal, ya que la banda también tiene un mercado de público muy joven que son los que escuchan más el nuevo material. Ojalá sea cierto y los tengamos por aquí lo antes posible.
Que el setlist no es perfecto, cierto. De hecho, nunca han tocado el setlist perfecto, al menos para mi. Que han retirado The Trooper, cierto. Que el sonido fue bajo, cierto. Pero ver a Iron Maiden encima de un escenario es la leche. El día que Steve Harris deje de cantar sus propios temas a la vez que lo hace Bruce Dickinson, ese será el día en que se lo deje de creer y en el que haya que pensar en la retirada de la banda.
Mientras tanto, tenemos Iron Maiden para rato, al menos eso quiero pensar.
Up The Irons!!!!!!

Texto: Fernando Maiden/Fotos: K.

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› Edguy. 21 de agosto de 2010. Auditorio Marina Sur. Valencia.

En una calurosísima noche valenciana, a las 20:00 horas, la banda de Tobias y sus colegas Jens, Dirk, Eggi, Exxel y Felix, salieron al escenario y empezaron con el tema de su último disco Dead or Rock y a continuación Speedhoven también del álbum Tinnitus Sanctus, dispusieron de un sonido decente durante los 45 minutos que estuvieron encima de las tablas.
Sammet es un vocalista que le gusta provocar y el tipo lo hace con gracia. Continuaron con el tema Vain glory opera, un deber para los germanos cada noche de bolo y una de las composiciones más logradas de su carrera, Tobias cumplió con creces, y la banda se mostró muy compacta.
Después tocaba el turno al tema Lavatory love machine, en mi opinión uno de los cortes que al principio te entra fácil pero a la quincuagésima escucha te harta pero a la peña le encanta y disfruta como cosacos.
Continuaron con el tema Superheroes y el punto final a la noche con King of fools tema con seis años de vida del álbum Hellfire Club y que es todo un clásico de los teutones en todos sus conciertos.

La conclusión final con Edguy, es que cuando se dedicaron a tocar, estuvieron notables, en especial Tobias. Lo malo en mi opinión, es que pierden demasiado el tiempo en chorradas que a los presentes en sus bolos, impiden disfrutar de un mayor número de temas y tienen unos cuantos a patadas en su prolífica trayectoria.

Texto: Zumeitor Pitrusmai/Fotos: K.

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